Residencia de Tiempo Libre de Sant Joan d’Alacant


Hasta su adquisición por el Estado, a principios de la década de 1940, para destinarla a residencia de trabajadores, la finca O’Gorman era una de las más interesantes de Sant Joan y poseía un bello jardín. Sabemos que en el siglo XIX residían en ella las hermanas Rafaela Guillermina O’Gorman. La primera contraería matrimonio con Juan Maisonnave y la segunda con Ramón de Campoamor








Durante su estancia en Alicante desempeñando el cargo de Gobernador Civil, Campoamor pasó largas temporadas en O’Gorman. Algunas de sus obras, como Nochebuena, incluida en sus Doloras, fueron escritas en el estudio de la torreta de la casa, tal y como recordó en varias ocasiones José Rico de Estasen. Campoamor contrajo matrimonio con su esposa en la antigua ermita de Abril, finca propiedad de Eleuterio Maisonnave.




Según la descripción del arquitecto Santiago Varela para el Catálogo de Edificaciones Protegidas de 1984 (no aprobado), la casa O’Gorman podía datarse a mediados del siglo XIX, aunque no se descartaba la existencia de alguna edificación anterior. Era de planta rectangular con su fachada principal distribuida simétricamente. Todo el conjunto estaba rematado por una torreta con balcón corrido, tipología ésta que se repetía en otras fincas de los alrededores. Aunque ya en los 80 la casa principal, muy modificada, había perdido toda su decoración original, todavía tenía un valor destacable.



Tras la Guerra Civil, el nuevo Estado franquista impulsó desde el Sindicato Vertical la denominada Obra Sindical de Educación y Descanso. Fundada en 1939 a imagen de las organizaciones análogas italianas y alemanas, continuó vigente hasta el año 1977. Esta Obra Sindical es más conocida por su labor folclórica y cultural, ya que impulsó la creación de grupos de coros y danzas, bandas de música o de tambores y cornetas entre otras agrupaciones. Además, también se la recuerda por su tarea de recuperación y difusión de los trajes regionales. Todo, claro está, pasado por el tamiz del franquismo.

Quizás menos conocidas a día de hoy sean sus Residencias para Productores y Productoras. Pese a tener constancia de algunas excursiones de productoras a Alicante en años anteriores, la primera noticia sobre la existencia de una residencia femenina en este pueblo data de julio de 1942. El diario Información del día 18 de dicho mes da cuenta de la inauguración de la temporada en el albergue para mujeres de Sant Joan. Aunque no se cita en qué edificio se halla instalado, suponemos por los textos y fotos de la pinada que sería en O’Gorman.




El día 8 de julio de 1942 había sido inaugurada oficialmente la residencia, organizada por la Hermandad de la Ciudad y el Campo, con la llegada del primer turno de trabajadoras sindicadas. Tenía una capacidad para 45 obreras provenientes de todas partes de España que se sucedían, en origen, en turnos de 10 días a 5 pesetas diarias, de julio a septiembre. En estas residencias, como decía la prensa oficial, “nuestras obreras, instaladas en lugares de sana geografía y bien alimentadas (…) atienden a su belleza y salud física practicando diariamente la gimnasia rítmica y el deporte del mar; ambientadas en un clima de cristiana hermandad y falangista camaradería, perfeccionan la educación de su espíritu iniciándose en los problemas fundamentalmente de índole religiosa, política y social”. Todo parece indicar que de 1942 a 1946 las trabajadoras afiliadas al Sindicato pasaban sus vacaciones en la finca O’Gorman, aunque, repetimos, nada se dice del nombre de la finca en cuestión.



En origen, la Residencia de Productoras Eduardo Alted, puesto que este era su nombre oficial, fue alquilada a sus propietarios. Sabemos, gracias al periodista Alfredo Aracil, que este régimen de alquiler duró desde 1946 hasta 1948. El 6 de abril de este último año, debido a su éxito a nivel nacional, Educación y Descanso adquirió por 200.000 pesetas la finca O’Gorman. La Obra Sindical preparaba la ampliación de la residencia para llegar a las 60 plazas y se estudiaba dotarla de agua corriente, ya que hasta ese momento se abastecía de los pozos de la finca.

La Residencia Eduardo Alted continuaba a pleno rendimiento en la década de 1950. En Información, el periodista Vidal Masanet nos contaba en 1957 que “por quince pesetas diarias, una habitación confortable, desayuno, almuerzo y cena (…). Si le gusta el primer plato, con derecho a repetir. Tranquilidad, sol y aire”. Es en ese mismo año cuando la Residencia de Sant Joan deja de ser una residencia femenina y pasa a acoger familias. En esta fecha, además, dejamos de tener noticias de la Residencia de Productores Arturo Estañ de Santa Faz, por lo que creemos que, debido a la cercanía de ambas residencias y al cambio de tipología de la residencia santjoanera, el albergue sindical de esta pedanía, instalado en otro caserón, debió de cerrar sus puertas, aunque otras informaciones nos hablan de su gestión a partir de ese momento por parte de la Sección Femenina de Falange.


Tras la admisión de matrimonios en el centro de Sant Joan, las instalaciones fueron reformadas. Se transformó y amplió el comedor y se construyó la terraza, el parque infantil y la cantina. En 1966 el jefe nacional de la Obra Sindical de Educación y Descanso, José María Gutiérrez del Castillo, lamentaba en las páginas del diario Información el estado lamentable de la residencia sindical santjoanera calificándola como “una de las peores de España”. Inaudito. Además, Gutiérrez, tras anunciar la construcción de un nuevo pabellón de apartamentos, califica esta inversión de improductiva, ya que en su opinión habría que vender las residencias de Sant Joan y Santa Faz y construir un nuevo complejo residencial. Entonces ¿para que se aprobó un nuevo bloque de apartamentos?

De esta época hemos recogido el testimonio del vecino de Benimagrell Francisco Javier Llorens, encargado por la cooperativa INELCOOP para reformar por completo la instalación eléctrica del caserón, cambiando la tensión de 125 a 220V y aumentando además su potencia. Según sus palabras, el estado de la instalación eléctrica era pavoroso. El cableado, al aire, estaba dañado o quemado en gran parte, así como los enchufes de las habitaciones, chamuscados por completo al soportar potentes radiadores. Los contadores se habían fundido literalmente debido al descomunal consumo, por lo que habían sido puenteados. En el suelo se observaban restos solidificados del barniz del bobinado de los contadores que había goteado al derretirse. Todos los fusibles y cortacircuitos de seguridad habían sido también puenteados y, además, la casa carecía de toma de tierra. Lo sorprendente era que, pese al riesgo inminente de un incendio o una electrocución mortal, la Residencia seguía funcionando con toda normalidad. Y aunque nos cueste comprenderlo hoy, la reforma se hizo con las instalaciones ocupadas por sus residentes.



En 1971 se levantó el anunciado primer bloque de quince apartamentos y se construyeron las piscinas -olímpica e infantil- con su pabellón de vestuarios con un coste total de más de 1.700.000 pesetas. Dos años después, tras la construcción de una nueva planta en el primer bloque, se levantó el segundo edificio de apartamentos, que contaba con 25 habitaciones, con un coste algo superior a los dos millones de pesetas. Al año siguiente se levantó el pabellón central de servicios. En 1975 las condiciones de uso y disfrute de la Residencia de Sant Joan eran, entre otras, las siguientes: ser trabajador por cuenta ajena, no haber asistido en el año anterior a otra residencia y estar afiliado a la Obra Sindical de Educación y Descanso.

A finales de 1982 las competencias del Instituto Social del Tiempo Libre (nueva denominación de Educación y Descanso) y sus dos residencias (Sant Joan y Castellón) fueron transferidas a la Conselleria de Treball de la Generalitat Valenciana, quedando el 25% de sus plazas  reservadas para los trabajadores afiliados a los sindicatos UGT y CCOO, porcentaje que fue variando con los años. La Residencia perdió, además, su denominación franquista.

En 1985 se levantó un moderno edificio dotado de aire acondicionado y conexión a la antena colectiva en cada habitación, aunque con baños compartidos para dos habitaciones. Aun así el estado del resto de edificios (la casa O’Gorman y los bloques de los 70) era muy malo. En 1988 se anunció una inversión de más de 110 millones de pesetas para mejorar los apartamentos y modificar baños y salidas de incendios del nuevo bloque. Entre las propuestas figuró el derribo de la casa O’Gorman y de uno de los bloques de los 70. Pese a que en 1984 Varela solicitó en el Catálogo antes citado la rehabilitación y puesta en valor del caserón, la piqueta tiró abajo el edificio decimonónico para hacer un simple aparcamiento.

La Residencia de Tiempo Libre Sant Joan siguió durante los 80 y 90 con su actividad normal, afianzando su posición en la red nacional de residencias generando pingües beneficios económicos para el pueblo. Todavía hoy se recuerdan las fiestas quincenales de despedida de residentes visibles (y audibles) desde los alrededores.


El principio del fin podemos datarlo en 1997. En mayo de ese año la Generalitat externalizó, con polémica sindical, la gestión de sus residencias por vía de urgencia y sin exigir canon alguno. De esta forma se desentendía de la gestión de unos complejos que, en el caso del nuestro, ya comenzaban a estar anticuados. En ese momento la residencia contaba con 33 trabajadores.

La Residencia de Tiempo Libre continuó con su gestión externalizada hasta el año 2006 en que no se renovó la concesión y cerró sus puertas al finalizar la temporada. Lo que en un principio parecía un cierre temporal se convirtió en definitivo. Tras catorce años de abandono, saqueos, proyectos fallidos y ruina, el centro turístico por excelencia de Sant Joan, y uno de los mejores de España en su categoría, está en vías de desaparición.


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